Un súbito frío abriga su piel y la enjuicia. Ya no se atreve a subir y, en cambio, vigila insegura detrás de ese vidrio. Se deja alcanzar por el vértigo... y las sombras. La misma ventana, la tan venerada historia que ahora decide pausar...
Pasea a menudo delante del cuarto; sonrisas inquietas, miradas esquivas y finge no ver (pero mira). Decide sentarse, tan solo un instante, sobre el anticuado portal que tan bien la conoce, y espera...
Y entonces regresa ese hada, idéntica puerta, homónimo túnel (el mismo ascensor). Recorre sus pasos, repasa sus huellas, una y otra vez. Deambula incesante entre esas miradas, de lejos (sin ver)... Vuelve a encontrar ese parque, idénticas luces, la indeleble plaza y aquella mañana (tan gris)
Olvida minutos, confunde la horas; los días... Se atreve a reír.
Un repentino abrazo la salva del frío y del miedo. Sonríe en silencio en aquellos brazos... tan ciertos, tan suyos... se deja ser...
De pronto, un sórdido ruido enciende sus ojos. Se pone de pie, confundida. Camina sin rumbo (mareada) ... Una sospecha agridulce recorre su rostro. Suspira y sigue adelante, una vez más, adelante, sin ver...
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