Los mapas también duelen

Todavía recuerdo la primera vez que nos vimos, fue en ese sótano oscuro, entre un montón de sonidos y lenguajes diversos. En realidad... yo te vi (vos apenas me miraste). Entonces lo confirmé: amaría Londres...
Aquella fue la primera de 18 lunas ajenas en las que soñé con tus ojos. La última, sin embargo, fue de todas la mejor: la que en lugar de soñar, me desvelé con tu beso; un único beso robado, tras un ascensor silencioso y en un pasillo callado, repleto de luces. Al rato llegó  tu abrazo, y nuestro primer adiós... Aquella mañana lloraba París.
Luego del primer otoño se aproximó Buenos Aires (dos veces) y un montón de puntitos incómodos y ensimismados que hasta hoy nos persiguen...
Pasaron algunos meses hasta que volvimos a vernos. Pero esta vez viajé yo y, entre jetlag y modismos, naufragué en el mejor paréntesis en el que se puede soñar, antes de que la realidad te despabile la mirada (y los sueños)...
Jamás me voy a olvidar de aquella mañana de agosto... Retumbaba el verano en España. La última vez que te vi...Te despertaste tan solo para decirme "Hasta siempre".
Te juro que quería sonreír, pero se me partía en pedazos el pecho... Moría por decirte que me quedaba, que nos quedábamos juntos, que viviríamos miles de vidas, que reiríamos cientos de risas y que contaríamos millones de cuentos, con todos los verbos conjugados en "por siempre". Nada me importaba más que abrigarme con tu abrazo... y que me cuides. Pero sin embargo,  me callé, porque esa vez, también vos te callaste...
Y entonces me vine. Y vos te fuiste, y me juré que esa vez por fin te dejaría ir, para siempre ( aunque solo haya sido un ratito...)
Dicen que hay ciertas personas que nunca se van para siempre... A lo mejor tu manera de estar sea así: a mi lado, aunque no conmigo; como en el umbral de la puerta; chequeando que todo esté bien, sin atreverte a cambiarlo...
¿Y si acaso es así? A lo mejor cada sí es un quizá indefinido...
Me encantaría decirte que muero por estar en tus brazos, que vengas; que aún bailan las mariposas cuando te escucho la voz, del otro lado del lago; que se marean inquietas apenas escuchan un "Tú"... y entonces  es cuando recuerdo que las dejaste morir, que se quemaron sus alas; que ya no las veo bailar, ni reir... como antes...
Me duele pensar que ya no nos cabe un nosotros, que lo mejor de tu amor, me lo dejé en aquel vuelo, junto a la misma ventana por la que vi como te alejabas, despacio, sin ninguna prisa...
Hoy no me quedan palabras para responder, solo una moneda que gira en el inmenso infinito, que da millones de vueltas antes de resignarse a caer, sobre el piso...
¿Por qué mentir? Aquello de cara o cruz, siempre ha tenido su encanto (cuando se escurre el coraje).  Si ellas no quieren bailar (y yo no me atrevo a elegir) dejemos que sea el azar (aquel caprichoso fiscal) quien esta vez lo decida...

Retórica confundida

La pluma y su avidez de aliviar suele abreviar su accionar cuando la razón (sin razón) ahuyenta sin clemencia las metáforas; cuando los eufemismos te alcanzan, te retan... te asfixian... Entonces, no existe tinta que pueda curar, siquiera que ose intentar, enmendar tales huecos vacíos...
Una vez más aquí, desde ahí, como pidiendo perdón (y permiso); revovinando las cintas, palideciendo el color; desovillando los hilos...
No tengo sílabas para intercalar, ni aire, ni excusas (ni ruidos). El bumerán poco paciente y audaz naufraga con ritmo tenaz, en cada rincón (sin sonido).
Y los compases no cesan.. y los bullicios no callan y los silencios... aturden y en cada kilómetro gris, y en cada milla blanquiceleste, el mismo signo feroz, decora con miedo y tesón ese montón de vocablos cautos, mareados (aturdidos...)


Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...