Dicen que amar nos vuelve perseverantes, a veces tercos, poco curiosos... quizá vulnerables, pero no es el amor lo que nos lastima sino la inestable ambición de unificar diferentes cuerpos; de entrelazar ambas almas cuando solo una de ellas decide adaptar sus vuelo, mientras discurren ideas, pasiones,preguntas... miedos; millones de interrogantes y un par de alas cobardes que osan subestimar el suelo...
Relojes con prisa, hamacas inquietas, silencios... sollozos poco oportunos, el caprichoso azar y el anticipado adiós; un redundante vaivén que vuelve a cerrar las puertas del inconsistente sendero...