De fechas, de meses... de daños

"A mí me parece cualquiera que la gente regale flores o invite a cenar a su pareja solo porque lo dicta el mercado; yo demuestro mi amor cuando quiero", afirmó él, con palabras más coquetas y en la lengua que tanto amo y yo, que soy cinturón oscuro en contradecirle todo, decidí que tenía razón... Ojo,  a Joaquinito tampoco le enloquece la idea, aunque su negación es apenitas mayor y delinea una lista más amplia...
Parece que el mercado (el sistema) insiste en condicionarnos los días: que el de la madre, del padre, del perro y hasta del amigo y nos movemos, ya ven, diciendo "te quiero" y "yo más", conforme nos dicte su antojo... No es que yo vea mal, dedicarle un poquito más a aquellos que quiero... tanto; el tema está en lo que hacemos, 364 días que restan del mismo año...
Decile "Te amo" hoy y repetíselo en marzo; sacate una selfie con tu mascota en abril y disfrutá con ella otro día, sin tu teléfono en mano; llamala a la abu hoy, aunque no cumpla los años; abrazá a los viejos en junio, octubre o cuando se te cante abrazarlos; reite con tus amigos en julio, diciembre o mayo. Viví bien la vida un lunes, igual que esperás el sábado y animate a intentarlo todo, porque la vida no pide permiso y también dictará su antojo... sin dar lugar a apelarlo... ♥

¡Vamos los lunes!

"Lo mejor que te puede pasar no es tener a alguien los viernes; lo lindo es encontrar con quien compartir los domingos", leí por ahí, al pasar, y no lo quise ocultar: yo también quería lo mismo... 
Los viernes estamos todos (más enteros o menos rotos...) para una juntada en un bar o un encuentro casual; dejado atrás el pesar y el sinfín de barulllos que nos enredan a diario. El sábado es más o menos igual; la clave asoma a las 6, bastante entrado el domingo. Entonces, sos el legítimo yo (con tu montón de mambitos...) y toda esa euforia sagaz -de apenas 2 días atrás- mutó a la inherencia real de lo que sos cada día; lo que se descubre después (en el mejor de los casos...) tras varias cervezas frías... Yo soy más bien de creer que hay que mostrarse tal cual y desafiar ese miedo real de desnudarnos y ya,  sin disfrazar el quizá... y sin quitarnos la ropa... 
Si alguien me gusta (pero de verdad), elijo verlo algún lunes o un miércoles; un rato después de entrenar o al salir del laburo, con la actitud manifiesta de un día sorteado al azar, las pilas a medio cargar y la sonrisa infalible que no se atreve a dudar que, pese a un millar de quilombos, elijo escurrirme un ratito y dar lo mejor de mi ser porque la vida, ya ves, se mide en momentos chiquitos...
Haceme caso (¿Querés?), poné a un costado el glamour, que el brillo se vuelve opaco y apocará, también, a quien no distinga matices... Llamalo un lunes, invitalo a un café, un martes, porque solo quien te acepta así, merecerá tenerte los viernes, te extrañará los jueves y te elegirá, también, los domingos...


Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...