Puntos suspensivos...

Asumió que esperar sería su mejor opción y se aventuró dormir, tan solo para creerlo; para callar el bullicio de tan riguroso miedo...
"¿Qué tal el vuelo?", preguntó, y un vaivén de emociones se precipitó a responder, desde el obtuso silencio. "Sos mucho más linda en persona", insistió, para que pierda su pulso, de una vez, por completo.
Risas, complicidad, momentos y dos agujas esquivas que anticiparon, sin más, el toque final... y su efecto...
"Tengo mucho miedo a la distancia", confesó,  y el eco de tal expresión la arrinconó, sin piedad, entre temor y misterio...
Atardecer, despertar, anhelos; delirio, ficción y sueños. Insistía en buscar garantías en algo que nunca, jamás, supo ofrecer reglamento...
"Me encantó compartir estos días con vos", se atrevió a registrar, porque le temblaba la voz frente a tan real sentimiento. Sentía que era él, soñaba que podría ser él; que se atrevería a serlo. Volvió sin pensar, sin querer y se olvidó la mitad de su ser, entre montañas y cielos.
"Muero por quedarme con vos",  aún grita sin poder hablar, mientras tan caprichoso azar, insiste en cambiar de color las alas de su deseo, las piedras del mismo mapa y miedo que ha de vencer, solo por volver a tenerlo...


Compases...

y entre mutismo y sosiego, vio divagar dos agujas, a ritmo pausado e inquieto. Tic-Tac, repetían; Tic-tac sin más,  Tic Tac, sin menos...
Un centenar de quizá rebautizaron las dudas y el "como sí", titubeante, le abrió paso , descuidado, al más hostil de sus miedos...
"¿Estás lista?", preguntó, y a tan errática incógnita, desconcertó su mirada y respondió, sin misterio... ¿Qué caso tendría mentir?
A penas podía creer que volvería a mirarlo a los ojos; no había dejado de oírlo, ni de verlo, pero hacía ya 4 semanas, que no sentía su piel... Solo una vez esos labios; solo una vez, ese hotel...
Imaginó aquel reencuentro en un centenar de ocasiones, cada minuto, cada hora; cada uno de los 30 días, de ese único mes.Y al repensar y soñar, al repetir, sin dudar, supo  que en vano juraba, que el destino se había empeñado en desovillar su cordel, y una vez más ese mapa había canjeado, de a poco, sus "nunca más" por... "tal vez"...

Olas...

"Ya estoy llegando, ¿hablamos después?", preguntó sin dudar y sin lugar a respuestas, disimulando, sin más, que aún le faltaba unos metros.
"Hablamos cuando quieras", respondió,  supeditando su espera a un centenar de tabúes.
La más seductora de todas las magias salió corriendo de pronto y se refugió en su galera, otra vez, sin asomarse siquiera...
Desilusión le llamaba, porque era mejor que admitir... que se trataba de miedo...
"¿Ya estás de vuelta?, indagó unas horas después y a tan estridente sigilo lo secundó un monosílabo...
"Se notó tu distancia... " agregó, y añadió, sin recurrir a su voz, un "te extraño", esquivo. "¿Estás enojada?", insistió. Se le escurría el pesar entre silencio y mutismo...
No es enojo, aclaró, y no fue  capaz de callar ese montón de recuerdos...
Indecisión, escepticismo, temor, ¿recelo?
Sabía que no era lo mismo y en cambio... se encaprichó en confrontar ambos ecos. Mas justo antes del veredicto final, un soplo, una brisa fugaz, la rescató del espejo...
Obtusa sombra, recóndito plagio... indómito ruido.
Con prisa, sin pausa, sin par, abandonó paso a paso el "quizá" y sin mirar hacia atrás, aceleró su pisar y saludó a su reflejo...

comas...

Y entre gota obtusa y tenaz, resuena constante su voz y una vez más, su sonido...
Puede que sea real: no fue su mejor decisión, pero tras tan diminuto punto, la sedujeron ya sin dudar, inquietos y ya tan osados, dos puntos más, suspensivos...
"No quiero saber en que andás..." arrojó también  sin dudar, como pidiendo perdón (y permiso)...
Los mapas tampoco preguntan, ni abrazan, ni sienten... ni abrigan...
"Solo sé que me gustaste... Me gustó estar con vos", insistió...
Del vértice opuesto de la misma línea, la otra voz, sin tono y con dejavú, asentía...
Dicen que todas las personas que conocemos se cruzan en esta vida con algún motivo. A veces nos cuesta entender, en especial detrás de una puerta, cuando ese, el tan esperado ser, se ha ido. Y a veces, dudamos si permanecer, esperar o hacernos los distraídos...
"Tengo ganas de verte", comentó. "Yo también", respondió ella, casi como al descuido.
Le aterra pensar en quizá, en tal vez, en sentidos; mas sabe, que puede callar y esperar, mas nunca jamás silenciar, tan cómplice e indómito ruido...

Vuelos...

"¿Ustedes se conocen?",  preguntó y lo que siguió al stand-by fue su más tierna sonrisa.
"Soy Lu", arriesgué, para solpar los preámbulos (y censurar titubeos); un guiño equívoco y distraído selló y agregó una coma a tan oportuno encuentro...
Excusas y complicidad tiñieron de magia la tarde y anticiparon, sin más, lo que siguió en el libreto.
No soy capaz de jurar si fue la uva, su voz o tan seductor acento, pero sin prisa (y sin par), aquel mismo puzzle fugás, supo encajar cada pieza, antes incluso (también) de tan esperado beso...
Su pecho, su piel y su calma; mi sombra, su luz... la montaña y el tan riguroso adiós que supo pausar la pasión, solo en 2 horas de vuelo...
"¿Llegaste bien?", arrojó, y lo que siguió a tal cuestión fueron y son hasta hoy retazos y piezas osadas de tan peligroso reto...

De normas y letras...

Luego de maestra y secretaria que, estimo, no es nada original en el imaginario de un niño (o niña), lo que inmediatamente siguió fue traductora de Inglés. Durante años fantasié con la idea de hacer un intercambio, a Londres o  a Cambridge. ¿Dónde más?
Al momento de elegir profesión, como era de suponer, me anoté en traductorado y   osé darle un marco de realidad a tan veleidoso sueño. Pero las directrices legales, junto con mi "minoría de edad",  dictaron sentencia: terminé en comunicación, y me enamoré de las metáforas (y de los paréntesis).
Al cabo de nuevas tentativas, se completó la tercera y... como dicen que es la vencida, ya no volví a intentarlo. Pero una partecita de mi, aun navega en el Támesis y viaja en el  piso 2 de un Bus monocromático...  Y hasta despunto el vicio, a diario, en el 7mo piso de otro edificio que no se desplaza....
Dicen que nunca es tarde y como hace años no uso reloj, me gusta jugar a que creo.. A lo mejor, algún día, abandono el terreno hipotético y empiezo a llamarme Lu Mess, la traductora... Hasta entonces, seguiré siendo Lu Mess, la que lucha, la que sueña; la que se adjudica la potestad de celebrar, sin dudar, el día del traductor, sin matrícula habilitante :)

Octubre 2014

Dialéctica enredada

No era la pluralidad de verbos lo que determinaba su eco y  era  por ello que su afonía no resultaba arbitraria. No obstante, ahora, le incomodaba la pausa...
 Aquello del puente fugaz, sabía, no había sido su mejor idea. Lo supo a penas lo miró a los ojos  y lo recordó (una vez más) cuando lo tuvo en sus brazos.
Los años de sombras, de calma y mudez se habían esfumado de golpe. Incluso la ilegalidad había cambiado de forma. Y ese pisar, sin pesar, aturdió el obtuso silencio, en tan herido regazo.
La torpe dialéctica se entrometió en sus pisadas, otra vez y no era solo su dinamismo el que alteraba su calma, sino la prisa confusa de tantas líneas... opacas.
Nada podía ya hacerle: se replicaban los nudos y se enredaban sus alas... La sombra de tanta luz, cubrió sin tregua su voz y la atacó por la espalda; una vulgar opresión ensordeció sus oídos y sin compasión ni piedad, selló la rendija de luz y obnubiló, muy a  prisa, su alma...


Eternamente, fugaces

"Mi diagnóstico es sencillo: Sé que no tengo remedio" oi repetir a Cortázar, como si se tratase de mi. Siempre se trata de mi, de mi y de esa obstinada obsesión de atiborrar los adverbios...
No había planeado el impacto... el azar delineó ciertas líneas y yo me apropié de las rectas y de sus curvas (solo de algunas de ellas).
Subestimando detalles aparentaba muy bien; incluso el paréntesis... Vimos desvanecer aquel lago (y su eco) algunos unos años atrás, pero el reloj (y el azar), mutó la ilegalidad y la adormeció entre mis brazos... Para faltarle un bosquejo, bastante preciso fue el plan.
Pero algo salió mal esa noche: me gustaste.
Delimitamos un puente fugáz y, como era también de esperar, se fatigaron sus cuerdas. Mas en medio del fugitivo escalón, el mismo ícono atroz que se replica, distante. Y entre más sombras y huecos, tres puntos ensimismados que me condenan a duelo. Me afixia tu paradoja, desborda mi voz de metáforas y mi sed de volver a sentirte grita en silencio, mientras se alejan tus pasos... y  calla.

Esquivos...

y sin meditarlo siquiera  se apresuró a besarlo; su mano otra vez en su rostro; su labio, una vez más, en sus labios.
Todo lo que había pasado hasta entonces había sido un paréntesis, desde la última vez. Le divertía pensar que lo era, que solo aquellas horas eran auténticas, las que pasaban juntos; solo los dos, con idéntica complicidad (sin testigos). Pero el reloj, no obstante, sabía... jamás había sido su aliado.
Aquella noche él no encontró excusa y ella ... ella decidió hacerse eco de sus ganas, como a veces; como algunas veces en las que finge creer (o soñar) que al menos en ciertas pausas, es completamente suyo...
Y entonces, una vez más, los susurros, las caricias y el más solapado de los silencios. Siempre fue así porque, pese a lo mucho que hablan, nunca se dicen nada... El simula no sospechar; ella insiste en engañarse, como si acaso así pudiese disfrazar lo que siente.
De tanto en tanto se jura que no, que nunca más; que ya no tiene sentido. Pero la obtusa razón a penas trasciende... y se apaga...
Se muere de ganas de abrigar sus temores, de eternizar esas horas... de acompañar sus silencios. En cambio decide escapar y limitarse a soñar, sin jurar, y a acatar, de tanto en tanto... sus mismas perpétuas ganas...

¿Cuándo volvés, papá?

Mirada distante, pisada más lenta y la más tierna de las sonrisas... en pausa. En pausa también tus ideas, tu ingenio (tus ganas).
Un zapping constante, sin tregua, con ritmo (sin calma).
La queja arbitraria, el brillo opaco en tus ojos y las emociones... erráticas.
Extraño tu ritmo pa, extraño tu fuerza, tu vehemencia, tus ganas...
¿Qué estas esperando papá? Pasaron ya... tantas mañanas y tantas tardes y tantas noches y tantas más madrugadas que ya este silencio en tu ruido desarticula mi sueño y enreda de a poco mi alma.
Extraño tu gestos, extraño tu risa; extraño tu garra; tu ímpetu, tus refranes... tus mañas; las lindas, disparatadas (y sanas).
Extraño tu abrazo papá, extraño tu hazaña;los años en los que el reloj no quemaba; cuando  sus inquietas agujas jugaban, y distraían tu soles, tus sombras, tus miedos (tu alarma).
Ya quiero que vuelvas papá, que vuelva tu risa, tu luz, tu mirada. Que vuelva el que me ayudó a caminar cuando los pesos pesaban; el que me apoyó en mis deseos, el que me bancó en mis errores, me levantó en mis caídas y que tan solo por oír mi voz, me escuchaba...
Estoy esperando que vuelvas; no quiero ni comas, ni líneas, ni pausas; quiero un paréntesis eterno, quiero una hoja sin manchas; quiero una risa con eco y la más linda de todas las curvas, junto a tu boca (en tu cara)
Dale, ya somos muchos aquí y estamos ansiosos por volver a verte,  ¿Qué te parece mañana?

Estribillos...

Y ... ¿Qué tan firme es capaz de amarrarnos el inconsecuente temor a sentir...? Pavor de escuchar un no (terror a esbozar un sí)
La misma inquieta razón; idéntico y fúnebre escudo, sin fin...
Anuarios inquietos, relojes con prisas; batallas perdidas y una vez más: París...
Leyendas sin héroes,  fortines sin reyes, más sapos sin besos y la insurgente dicotomía, de anochecer en tus brazos y amanecer ya sin ti...

Los mapas también duelen

Todavía recuerdo la primera vez que nos vimos, fue en ese sótano oscuro, entre un montón de sonidos y lenguajes diversos. En realidad... yo te vi (vos apenas me miraste). Entonces lo confirmé: amaría Londres...
Aquella fue la primera de 18 lunas ajenas en las que soñé con tus ojos. La última, sin embargo, fue de todas la mejor: la que en lugar de soñar, me desvelé con tu beso; un único beso robado, tras un ascensor silencioso y en un pasillo callado, repleto de luces. Al rato llegó  tu abrazo, y nuestro primer adiós... Aquella mañana lloraba París.
Luego del primer otoño se aproximó Buenos Aires (dos veces) y un montón de puntitos incómodos y ensimismados que hasta hoy nos persiguen...
Pasaron algunos meses hasta que volvimos a vernos. Pero esta vez viajé yo y, entre jetlag y modismos, naufragué en el mejor paréntesis en el que se puede soñar, antes de que la realidad te despabile la mirada (y los sueños)...
Jamás me voy a olvidar de aquella mañana de agosto... Retumbaba el verano en España. La última vez que te vi...Te despertaste tan solo para decirme "Hasta siempre".
Te juro que quería sonreír, pero se me partía en pedazos el pecho... Moría por decirte que me quedaba, que nos quedábamos juntos, que viviríamos miles de vidas, que reiríamos cientos de risas y que contaríamos millones de cuentos, con todos los verbos conjugados en "por siempre". Nada me importaba más que abrigarme con tu abrazo... y que me cuides. Pero sin embargo,  me callé, porque esa vez, también vos te callaste...
Y entonces me vine. Y vos te fuiste, y me juré que esa vez por fin te dejaría ir, para siempre ( aunque solo haya sido un ratito...)
Dicen que hay ciertas personas que nunca se van para siempre... A lo mejor tu manera de estar sea así: a mi lado, aunque no conmigo; como en el umbral de la puerta; chequeando que todo esté bien, sin atreverte a cambiarlo...
¿Y si acaso es así? A lo mejor cada sí es un quizá indefinido...
Me encantaría decirte que muero por estar en tus brazos, que vengas; que aún bailan las mariposas cuando te escucho la voz, del otro lado del lago; que se marean inquietas apenas escuchan un "Tú"... y entonces  es cuando recuerdo que las dejaste morir, que se quemaron sus alas; que ya no las veo bailar, ni reir... como antes...
Me duele pensar que ya no nos cabe un nosotros, que lo mejor de tu amor, me lo dejé en aquel vuelo, junto a la misma ventana por la que vi como te alejabas, despacio, sin ninguna prisa...
Hoy no me quedan palabras para responder, solo una moneda que gira en el inmenso infinito, que da millones de vueltas antes de resignarse a caer, sobre el piso...
¿Por qué mentir? Aquello de cara o cruz, siempre ha tenido su encanto (cuando se escurre el coraje).  Si ellas no quieren bailar (y yo no me atrevo a elegir) dejemos que sea el azar (aquel caprichoso fiscal) quien esta vez lo decida...

Retórica confundida

La pluma y su avidez de aliviar suele abreviar su accionar cuando la razón (sin razón) ahuyenta sin clemencia las metáforas; cuando los eufemismos te alcanzan, te retan... te asfixian... Entonces, no existe tinta que pueda curar, siquiera que ose intentar, enmendar tales huecos vacíos...
Una vez más aquí, desde ahí, como pidiendo perdón (y permiso); revovinando las cintas, palideciendo el color; desovillando los hilos...
No tengo sílabas para intercalar, ni aire, ni excusas (ni ruidos). El bumerán poco paciente y audaz naufraga con ritmo tenaz, en cada rincón (sin sonido).
Y los compases no cesan.. y los bullicios no callan y los silencios... aturden y en cada kilómetro gris, y en cada milla blanquiceleste, el mismo signo feroz, decora con miedo y tesón ese montón de vocablos cautos, mareados (aturdidos...)


Hola. Te amo.

Y... luego de tanto tiempo, por fin, sucedió: me enamoré.
Fue casi a primera vista y también sin pensar demasiado (dicen que es así como se dan las mejores cosas)...
No voy a mentir, yo estaba bien con mi vida; ni me sentía incompleta ni vacía ni ninguna de todas esas cosas que siempre dicen, pero lo cierto es que, ahora, con él, me siento mucho mejor; comienzo a sospechar que, en verdad lo necesitaba...
Para variar la estadística, es bastante menor que yo. Ups! Pero... si algo aprendí en este último tiempo, es que la edad no garantiza ni madurez, ni felicidad ni ninguna otra cuestión. Es más, a riesgo de pecar de insolente, me atrevo a decir que es un mero aporte ilustrativo... El tiempo me dará la razón (o no y aprenderé a vivir con ello).
Bueno, eso, sentí la necesidad de compartir que estaba feliz y, por supuesto, reconocer el aporte del celestino: ¡Luquis! Ja, con lo celoso que era de más pequeño... ¡Gracias infinitas hermanito! ¡Has salvado mi otoño y mi invierno (¿y por qué no, también, mi verano?)
Desde hoy, películas, HD ¡y colores reales en cada imagen! ¡Bienvenido Led!

PD: Un minutito de silencio, para un gran amigo -mayorcito- que pasó a mejor vida...


"El cuerpo grita lo que la boca calla" leí alguna vez y hoy me tocó comprobar que a veces, además de gritar... aturde...
Crecer te demuestra que la vida no es tan rosa como en los cuentos; que a veces es blanca, a veces multicolor y otras tantas (y mal que me pese) se funde en un tenue matiz... un poco cercano al gris...
Sin embargo, en tal competencia cromática, y pese a tan terca disputa, siempre, en algún momento, un arcoiris sereno, nos vuelve a mostrar que lo grande no es en verdad tan vasto y que lo pequeño es eso que llena los huecos, lo que conmueve las lineas, para que sean más curvas;lo que seduce a tus labios, para que vuelvas a sonreír...
La felicidad no es más que la suma de pequeños momentos... y los momentos pasan...
So (once and again):


- - E N J O Y :) T H E :) L I T T L E :) T H I N G S :) - -

De grietas inoportunas

Había aprendido que el miedo era esa grieta ambiciosa capaz de filtrarle sus sueños y quiso, por un instante, sellar aquella rendija.
Dibujó por enésima vez el tenue contorno en sus ojos y sonrió a su reflejo. Un guiño despreocupado la sorprendió.
El ring se anticipó a su coraje y, en medio de acordes dispares, una bocanada de aire la entorpeció. Entonces, un flashback inoportuno se precipitó en su frente y le compartió sus escenas (y el guión). Ninguna subsanó las preguntas que naufragaban inquietas. Sucede que ya era tarde para debatir sobre intentos; su endeble burbuja ilusoria había envejecido esa tarde y ahora... solo quedaba una opción.
Volvió a acondicionar su sonrisa y se aventuró hacia la puerta. Catorce escalones y el pasillo blanco; la llave en la mano y la puerta que abrió. La taquicardia imprudente se arrodilló ante sus ojos y le tendió su mano para invitarlo a pasar.
El resto fue casi anecdótico, la uva brillante y helada colmó de magia la pausa y adelantó, sin permiso, el reloj...
La noche se entremeció con prisa entre beso y beso y tras sonrisas calladas siguió su viaje y huyó. Como vigilando sus pasos también se alejaron ellos. 28 escalones recorrió su falda; él solo 14 la acompañó.  Los golpecitos inquietos ya no tenían prisa, pero ese par de agujas obtusas no preguntó.
Al cabo del último beso volvió a agrietarse aquel hueco; se tropezó distraída y cayó...  Asumió que sería absurdo ponerse a escalar a esas horas y decidió no apurarse. Se acurrucó en silencio, y durmió...

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...