Lo hemos matado: Qué viva la paz!

En la disputa entre ideologías, al parecer, triunfaron "las fuerzas de paz"[1]. ¿La paz inmiscuida en batalla? ¿Seguridad disfrazando amenazas? ¿Distintos sistemas o a penas dispares niveles del mismo terror, retados por una red de intereses adversos? ¿Poder? ¿Imperialismo? ¿Innovación? ¿Redivivo?

"Fin Laden", "Muerte" y homólogos letreros se combinaron con himno y “baladas”, frente a la Casa Blanca. Washington y New York redecorados junto a banderas con líneas y estrellas y cientos de ciudadanos de edades diversas.

"Justicia", señalan... "Victoria"... ¿Alivio?, como si acaso el final de un ser (si es que este ha sido el final) pudiera sepultar doctrinas.

El antiquísimo duelo entre este y oeste no osa reverenciar ni la moral ni fronteras y asesinar un hombre en representación de una idea puede asociarse a la paz; ya que la paz, para el hemisferio norte, prescribe viajar en fusiles.

El mundo perdura a merced de un ambicioso deseo: bajo un indiviso sol, ideas de distintos pueblos y un único y sublime poder, que sistematiza el juego. Tan solo por precaución, por orden… por leyes. ¿Por reino?

A veces soy un tanto necia para concebir este mundo. ¿Será responsabilidad de Hollywood, por distraerme con tantos finales perfectos? ¿Será que aquel rosa del cine, por fuera es multicolor? Tal vez es que Norteamérica, detrás de los celuloides, persigue otras coordenadas: combaten terror con misiles, perciben seguridad en el riesgo y un premio Nobel de paz, es ovacionado por asesinar… ¿Quién dice que la redundancia no puede sonar incoherente?



[1] Angela Merkel en declaraciones en torno al asesinato de Osama Bin Laden, el 2 de mayo de 2011.

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...