El viaje no concluye en Once.


Un accidente es, por definición, un suceso repentino ocasionado por un agente externo involuntario. Las condiciones del sistema ferroviario argentino convierten cualquier viaje en una tragedia previsible...
El miércoles 22 de febrero, 51 personas perdieron la vida y más de 700 resultaron heridas a causa de un "error" que debería haberse evitado. 
En palabras del secretario de Transporte, "Si esto hubiera ocurrido ayer, que era un día feriado, seguramente ese coche hubiera impactado y hubiera sido una cosa mucho menor y no de la gravedad que fue"¹
Los dirigentes de TBA calificaron como "aceptable"² el servicio de trenes y atribuyeron el incidente a una falla humana. No podría estar más de acuerdo con esto último: la falla es efectivamente humana pero no radica, como sugieren, en el maquinista, sino en las decenas (¿centenares?¿miles?) de humanos que convierten las "fallas" en condiciones regulares. 
El informe de la Auditoría General de la Nación (AGN), efectuado en 2008 respecto de la seguridad y mantenimiento de trenes y estaciones, reconoce que en amplias áreas de la concesión de TBA no existe un plan de mantenimiento, tanto sobre el material rodante como sobre las estaciones y pasos a nivel.
Más de 1000 personas toman diariamente "el Sarmiento" (y otros trenes) para llegar a tiempo al trabajo o a la universidad; para vivir... Para crecer, para formar parte de una sociedad que, claramente, no los cuida.
Resulta sencillo, ahora, hacer uso de la fatalidad para demonizar al gobierno de turno. Ojalá fuese este el responsable de todo (y de tanto...) Para bien o para mal, el gobierno no es más que el reflejo fiel de la sociedad que dirige. Hoy es Kristina, "ayer", en Cromañón, fue Anibal Ibarra. Hoy, presidente del sur; antes, un presidente del norte. ¿Quién tocará mañana?
No tengo preferencias ni orientaciones políticas. Me rijo por el sentido común, por mis necesidades, por mis gustos, por mis deseos ¿utopías?. Soy -tan solo- una argentina que reniega de las condiciones tristemente naturalizadas, una argentina que anhela una realidad desconocida, en medio de una sociedad destruida; una realidad que no se cura canjeando presidentes. La "enfermedad" es bastante más profunda y nos alcanza a todos. 
El día que los argentinos comprendamos que el debate político trasciende las banderas de los partidos y que las decisiones deben tomarse considerando a los ciudadanos, seremos una Nación. Mientras tanto, seguiremos siendo lo que somos: solo un conjunto de personas habitando un mismo suelo...

¹Juan Pablo Schiavi en conferencia de prensa dictada el miércoles 23 de febrero de 2012
²Roque Roque Cirigliano, uno de los directores de la empresa Trenes Buenos Aires (TBA), en entrevista mediática el 23 de febrero de 2012-

Tus labios.
Mis yo.
Tus propios.
Mis miedos,
tus no.
Mis modos.
Mis ganas de vos,
tu sombra  ante mi,
los pocos
minutos al día que no
bosquejo en mi acierto,
tu antojo.
Es ese eco en tu voz
quien consolida mis tonos;
y es esa luz sin color,
cuyo matiz,
(tan sobrio)
Refleja y reflecta
la ambigua pasión que,
sin sol,
me apropio…
Y en cada palabra que dices
y en cada silencio que esbozo,
dibujo mi sed de tu piel,
opaco el enigma que escondo.
Pues, aunque pueda ocultarte,
¿cómo le miento a mi poco
sentido común que se escapa,
cuando en mi espacio te robo
el aire que a poco respiras;
las risas que ríen  mis gozos?
Y es que me duelen tus labios…
Y es que me atrapan tus ojos…
Y es que me niego a aceptar
que
de a poco,
Tu yo va fundiéndose en mi
Tu ser rectifica mi todo…


2011
Y un día, al abrir mis ojos,
noté algo ajeno en mi plano.
Fui yo,
eras vos (los espacios).
Las horas, los días, los meses;
los años…
Recuerdo esa mañana, en Azul,
con un bebé entre tus brazos,
(a mi, por ser muy menor,
no me dejaban cargarlo).
Tantísimos juegos de niños,
que no consentían mi paso,
por ser simplemente mujer
(nada de muñecas: autos).
Y entonces cambiaste el pijama,
por pantalones más largos…
Yo casi no supe advertir
que el tiempo seguía avanzando…
De pronto no eras un niño,
¡cargabas tu título en mano!
Alguno te dirá Ingeniero
Te llamarán ¿Señor?
(¡con una mujer a tu lado!)…
Cambiaste tu yo por nosotros,
creciste de golpe… ¡tanto…!
Y solo unos meses atrás,
con mi intolerancia y mis mañas,
no nos fue tan mal:
¡10 años!
Y no es que no fuera feliz
(siempre te quise, lo hago)
Es solo que mi yo,
mi ser,
también requería un cambio.
Y ahora te veo allí,
desde aquí,
y me resulta... extraño.
Adoro verte feliz
y hasta me emociona
expresarlo.
Mas, si volviera hacia atrás,
si acaso pudiese cambiarlo,
exhortaría mis ansias
para saldar los regaños;
para compensar en mi voz,
algún que otro tono…
"extraviado".
Te pediría perdón
y te agradecería…
¡tanto!
Mas no borraría la risas,
los juegos (¿delirios?),
los tantos
momentos de absurda razón,
de divertidísimos actos.
Y es que ya mucho cambió
desde aquel entonces
y acaso
hay algo que no ha de mutar
(que nadie puede anularlo).
Podrán llamarte Ingeniero,
alguno te dirá Señor.
Entre tanto,
porque lo quiso el azar
hace ya “algunos” años,
presumo al poder decir,
que puedo llamarte hermano.




Junio de 2011

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...