Tic-Tac, Tic-Tac... Otra vez, vos...

Parece que, una vez más, volveremos a vernos.
Sí, todavía se siente raro. No será esta la primera vez que estemos solos, los dos y, sin embargo, aún me incomoda (un poco).
Sí, lo sé, siempre me jacté de culparte por algo que... ni si quiera es tu culpa. Aunque... tampoco creo que seas un Santo -.-
Pasó bastante tiempo y aún no me acostumbro. Y me confunde ¿Sabés? A veces te quiero bien lejos y otras... daría lo que no tengo por que me ayudes... Y a medida que pasa el tiempo, más y más me confundo... y menos sé qué hacer... Y me dejo engañar, y me vuelvo a enojar y a alejar, pero bueno, ni hace falta que te lo diga. ¿No?
¿Con él? Sí, también intenté hablar con él y no una, sino puff.... muchas veces... pero no me escucha... ¿Y si lo intentás vos?
No te creo que no lo conozcas; tiene señas (muy) particulares: para empezar (y ni siquiera es causal), usa pañales, es algo miope y pasea distraído con una flecha arbitraria (sin matrícula habilitante). Lo llaman... Cupido y... hay que detenerlo: no puede andar tranquilo , jugando a ser el master de arquería y salir impune. Yo no te digo que no juegue, pero que sea -un poquito- profesional y -siquiera- vea a quién le pegó... Y, en todo caso, que revise las contraindicaciones y ofrezca -según corresponda- algún tipo de resarcimiento... ¿Cómo lo ves?
Dale Valentín, se acerca tu cumple, a ver si algún año llego a brindar con vos. ¿Te copás? 🥂

Entre el querer y el poder ¿me atrevo?



PH: Sujeta a derechos de autor

Mito, total y absoluto mito; ficción, quimera, cuento. Además, no tengo galera y, por si acaso, -perdón- también sufro de vértigo. La cuerda floja la transito a menudo pero alguno de los dos extremos -siempre- osa sacar ventaja y aquello del equilibrio no deja de ser - jamás- un colorido cuento de hadas...
Que te quiero y no puedo, que puedo pero no quiero; que debo pero no sé cómo; que no debo pero así me sale y, entre tanto -y por tanto- pensar y sentir, retados por siempre a duelo...

Me gusta adjudicarle a Descartes (o incluso al mismísimo Kant) la culpa de menudo suceso, como una suerte de chivo expiatorio -legal- que asume la carga y el síntoma, sin excusas, sin razón (sin criterio). 
"Tal vez yo no sepa adonde ir, pero si pudiera una mañana abrir mis ojos y ver los tuyos, sabría donde quedarme", leí alguna vez por ahí (y me enamoré del concepto).
Mario se cansó de gritar que somos fanáticos de lo prohibido y seguramente Freud teorizó bastante al respecto pero ninguno, ni el mismísimo Lacan, ha sido capaz de marcar la ruta que anula al jamás y perpetúa el acá, el ahora, el quizá; el atreverse a algo; a un poquitito más, sin culpa, sin sanciones... sin pretextos.
Es como si existiese un manual, una suerte de aval (de la ética y la moral), del deber ser y el no ser... y un centenar de ilusiones reducidas a intentos...  Mas no. No existe una norma tal que nos limite a soñar y nos prohíba intentar, más que el temor a fallar, disfrazado de no, de jamás... de no puedo y, aunque no es simple de elucidar -y suela vencer el pensar-, de tanto en tanto -y sin poder abusar- me juego a burlar al jamas, a abandondar al juicio en un holgado stand by, a desafiar al What if; a inmiscuir un me atrevo....





Casual o causal. ¿Elegimos?

Que le falta, que le sobra, que te gusta, que incomoda... que no alcanza. A veces, nada parece encajar; otras, darías lo que no tienes por compensar -sin dudar- aquello que, por H o por B, no basta, sin atreverte a indagar si, acaso con algo más, puedes torcer -sin dañar- lo previsto...

Somos piezas -precisas- de un puzzle arbitrario que nos arma, con hilos, con baches... con sogas, con pausas. Y nos movemos -sin más- en verosímil libertad, presos de cierto bosquejo (mordaz), que a veces nos hace soñar y otras nos mira llorar, abatidos... 
El tema es elucidar el móvil - o el rey- de tan rigurosa red y tan delicados hilos. Enlaces, vaivenes, quiebres (descuidos), más la indeleble ilusión de ser -por elección o por ley- el nexo real y preciso, mientras jugamos a pertenecer, a ser o a dejar de ser, en medio de nuestro camino; la ruta casual o causal, la vida que elegimos vivir, el azar... ¿O el destino...?

Así...

Un mate sin reloj envidioso, un paréntesis de buena música, una mañana al sol... La sonrisa de quienes amamos (los sueños que no postergamos), un "te quiero", un abrazo... el perdón. La risa no programada, la taquicardia indicada, la posibilidad de elegir; aprender a decir que no... El tiempo que ya no perdemos (los miedos que ya no tenemos), el "me atrevo y me sigo atreviendo" y -en en cualquiera de sus variantes- el amor...
La felicidad está ahí, asomándose sin piedad, y seguimos buscándola en cualquier lado...
F E L I Z  vida muchachit@s...
See u later, MasterCard...

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...