Entre el querer y el poder ¿me atrevo?



PH: Sujeta a derechos de autor

Mito, total y absoluto mito; ficción, quimera, cuento. Además, no tengo galera y, por si acaso, -perdón- también sufro de vértigo. La cuerda floja la transito a menudo pero alguno de los dos extremos -siempre- osa sacar ventaja y aquello del equilibrio no deja de ser - jamás- un colorido cuento de hadas...
Que te quiero y no puedo, que puedo pero no quiero; que debo pero no sé cómo; que no debo pero así me sale y, entre tanto -y por tanto- pensar y sentir, retados por siempre a duelo...

Me gusta adjudicarle a Descartes (o incluso al mismísimo Kant) la culpa de menudo suceso, como una suerte de chivo expiatorio -legal- que asume la carga y el síntoma, sin excusas, sin razón (sin criterio). 
"Tal vez yo no sepa adonde ir, pero si pudiera una mañana abrir mis ojos y ver los tuyos, sabría donde quedarme", leí alguna vez por ahí (y me enamoré del concepto).
Mario se cansó de gritar que somos fanáticos de lo prohibido y seguramente Freud teorizó bastante al respecto pero ninguno, ni el mismísimo Lacan, ha sido capaz de marcar la ruta que anula al jamás y perpetúa el acá, el ahora, el quizá; el atreverse a algo; a un poquitito más, sin culpa, sin sanciones... sin pretextos.
Es como si existiese un manual, una suerte de aval (de la ética y la moral), del deber ser y el no ser... y un centenar de ilusiones reducidas a intentos...  Mas no. No existe una norma tal que nos limite a soñar y nos prohíba intentar, más que el temor a fallar, disfrazado de no, de jamás... de no puedo y, aunque no es simple de elucidar -y suela vencer el pensar-, de tanto en tanto -y sin poder abusar- me juego a burlar al jamas, a abandondar al juicio en un holgado stand by, a desafiar al What if; a inmiscuir un me atrevo....





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...