2 años ya sin escucharte la voz



Hoy se cumplen 2 años desde aquel domingo democrático en el que una arbitraria elección -de quien sea que haya sido- hubiese querido impugnar; 2 años desde aquel mediodía en que pasaste por casa y, en la cocina de "ma", sobre la mesada de mármol y con la luz algo tenue, nos compartiste tu sueño (que entonces quise creer), con tus ojitos muy tristes, como acostumbrabas -últimamente- tener... No sé adonde enviarte mi abrazo; te juro, enanito, que ya no sé en qué creer, pero si algo tengo bien claro es que nos dejaste muy pronto...
Amo esta foto porque ese eras vos; el auténtico, el de la mirada pícara, llena -repleta- de vida; sin duda, el retrato más fiel... Y en Laprida 1, donde aprendí a quererte, a entenderte y a hacer todo lo que estuviese a mi alcance para verte bien...  Se te extraña mucho, enanito ¿Sabés?
Por lo que anoté en esta foto, fue el 27 de septiembre de 2001; mi primer cumple en la city, Luquis aun tenía pelo (!!!) y vos, esa mirada tan tuya que me encantaría volver a ver...
Obvio que no lo entiendo y nunca -jamás- lo voy a poder entender, pero de algo quedate tranquilo: siempre vivirás en nosotros; en cada recuerdo, en cada anécdota, en cada papel como este, que elijo volver a mirar, una y otra vez; como si eso te acercara un poquito, un ratito -siquiera- y pudiera verte reír, otra vez, aunque sé que, de alguna u otra manera, querido hermanito adoptado, nos volveremos a ver 💓.



Pongamos que hablo de vivir...

No, no es ninguna novedad -y nótese, sin veleidad alguna, la negación duplicada-: algunas cuestiones todavía me aterran (perdón), se apenaba.
"Las mejores cosas de la vida están en el otro lado de tu miedo máximo", recordé sin querer, y suspiré por lo bajo, con el extremo derecho sobre el clic muy izquierdo -en equilibro fortuito y audaz- y me atreví a soñarlo...
"Menos estructuras y más improvisación", insistió, y una sonrisa fugas se perfiló en mis labios... No sé por dónde empezar (pensé) y volví a suspirar (sin planearlo), como queriendo salir, sin querer, del cubo multicolor que tergiversa mis acaso...
¿Y ahora que?, insistí, econmillando temores, desconcertando los planos. No tengo la menor idea y eso... comienza de a poco a hechizarme. De eso se trata vivir; eso es, ni más ni menos, estarlo...

Leyendas, leyes y otros tantos

Cuenta la leyenda que, un día igualito al de hoy (pero hace ya más de 500 años), señores muy cultos y decididos vinieron a rescatarnos. Dicen que venían en grupos, no más de 3 -me contaron-.
Llegaron con prisa y con osadía "educaron" a todos los lugareños; aquellos que, con "valor", enfrentaron. Cambiaron su identidad, enmudecieron su voz (y sus cantos); forjaron su anhelo, trazaron su plan y sus hábitos. Luego cambiaron sus nombres, dicen que descubrieron sitios que la gente que vivía allí jamás había visitado...
Le llaman "colonización", "descubrimienro"; durante siglos lo celebramos...
Ayyy esta terrible obsesión por la precisión de los actos trastoca mi interpretación y me confunde el "recado". Y entonces me pregunto yo, entre tanto, si alguien, alguna vez, se aproximó a un diccionario ...
12 de octubre de 1492: Desmembramiento de América

Tan yo, tan ello...

"Amo el alemán; es jodidamente difícil, como yo", deslicé sin piedad (con criterio) y fue entonces en ese momento que quise -por fin- entenderlo.
Existe una analogía implacable entre el idioma y yo, entre sus enredos y mis desastres; entre su precisión y mi código impuesto; entre su manera perfecta de decirlo todo de una magnífica vez y mi ineludible ambición de convertirme en ello... 
"Como el idioma, cuando lo domines, ya no va a ser difícil", me dijo, convencida de una verdad tan real, que asusta...  Como si fuese acaso tan simple como declinar un quizá... Aun con lo dura que me resulta su ley, dominarme del todo a mí sigue resultándome incierto...
"Ocupate de ser feliz, no perfecta", me pidió él, en medio de los mil mapas, los 150 planos, las leyes y los pretextos ...  Feliz, no perfecta, insistió convencido, serio; y yo declinando pronombres, sin más, sin remedio...
A veces me gustaría retroceder hasta allí, al momento preciso en que empezó todo;  cuando era menos yo, y más ella; más sin normas, sin prejuicios... más sin miedos... Allí donde mis sí y tus no determinaron mis tiempos... Allí donde tatué -sin querer- las huellas más categóricas, el juicio más insensato,  el pánico más intenso...  
Ahora me queda el Vielleicht, el Konjuktiv I, el II y cientos -y miles- de acasos, de intentos, más la indeleble ilusión de ser -una vez- como él: tan preciso, tan real; tan jodidamente perfecto...






Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...