Ser menos pequeños

Crecer es aceptar que nuestros héroes tampoco serán eternos, que el para siempre no dura y que esas heridas (las que no se ven) son las que más nos hirieron.
Crecer es entender que después puede llegar en un rato, en un mes o en muchísimos años y que también entonces será el momento correcto.
Es descubrir que el tiempo no cura, pero organiza, y que la claridad no es sencilla y que requiere de sombras; que tampoco el dolor es perenne aunque su huella, sin más, pueda volverse indeleble.
Crecer es lastimar con los actos, la voz (o silencios) y es abrigar con abrazos, con besos... con gestos.
Crecer es pedir una mano, cuando nos falta valor (cuando nos vencen los miedos).
Crecer es enfrentarse a los "monstruos" de día, y con la luz encendida; cuando se quiebra esa magia que aparecía en las noches, para sanar el dolor, desdibujada entre sábanas...
Crecer es decidirse a vivir; es aprender a pensar pero también y, pese al sinfín de lesiones, es atreverse a sentir.
Es valorar un domingo, una pausa...  el silencio. Es refugiarse en un libro, una pasión (un misterio). Es indignarse con auge, con solidez (sin remedio). Es aprender a jugar, sin perseguir un final, ni trofeos; es comprender que al perder también se puede ganar y que ganar, a veces, no es bueno... Que perdonar no implica olvidar y que se puede callar, aun teniendo razón y que, en ocasiones, es lo que vale pena...
Crecer es plantar  ilusiones,  sepultar frustraciones... cosechar proyectos. Es agotar la energía para volver a luchar,  por más sueños. Es entender que correr no significa llegar y que mejor que llegar es disfrutar del momento; de lo que entonces tuvimos y que quizá... no tendremos y que aprenderemos a ver (sin mirar), en una sonrisa, alguna canción, un recuerdo...

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...