Banderas, sabores y gestos...

No tengo idea de cómo lo hacías; jamás te lo pregunté (no podía) y hoy, que lo puedo hacer, no podría...
Creo que nunca llegamos a hablar; recuerdo esa vez, con mi dedo, en que todo lo que pude lograr fue una carita sin miedo o el error, con la puerta, que yo... que yo no supe explicar... Fuiste la primera persona que oí hablar Alemán y  la "culpable", también, de que también yo lo quisiera y aunque me habría encantado contártelo a vos, me temo que el tiempo no siempre espera...
Hoy lo intenté (de verdad) pero no se parecía ni un poco; no sé si omití algo en particular o si era tu toque especial el que lo volvía perfecto. ¡Ojo! Hay cosas que las imité (y creo que hasta muy bien...) cuando aún te veía, aunque no pude corroborar la pizca que estaba de más entre sartenes y especias...
No fue la mejor de mis épocas pero tuvo momentos de paz que hasta llegué a añorar, con el tiempo...
No sé si existe el destino, si fue el putísimo azar o acaso la causalidad la que congenió todo esto; porque me cuesta aceptar que tanto dolor y mal puedan llegar a buen puerto; porque es por vos que hoy estoy acá y porque, a veces, del peor error nacen los mejores aciertos...

A Oma, donde quiera que esté...

De vivir, de soñar... de intentarlo

Nunca fui buena para el adiós, me cuesta mucho dejarme abrazar y no hay manera de atravesar ese chau -siquiera por lo que sé- si no es con congoja y llanto. Mi vida lo sabe también y estimo que nace allí la tan ambiciosa obsesión de reiterar, una y otra vez, hasta que no duela tanto...
La primera de  todas las veces no fue nada especial; nos conocimos casi al pasar, la última de sus noches en Baires. Él dice que quería algo más (a mi me bastó con el vino).
En la segunda no fue una sino 3 las veces que dijimos adiós; como para probar otra vez, para volver a intentarlo y, como nunca habrá dos sin tres (alle gute Dinge sind drei), existió también la tercera, que volvió a convidarnos un rato...
A veces me gusta pensar que la vida ya planeó todo; que el bus lo dejó pasar, que el tren debía cambiar y que Frankfurt nos ofrecería una tregua; que el dolor que lo retuvo aquí también fue particular, para sentirnos más... para dolernos menos porque...  aunque no me muero de amor, siento que muero de ganas (y miedos)...
No sé si existe el destino; si es magia o casualidad; si existe -quizá- alguien más que teje y desteje los hilos; si es como dice él, desde el sillón con habano, o si es simplemente vivir, lo que nos duele, nos cuesta, nos cambia y nos gusta... tanto...

Ovillos, madejas... envión

"Lo que escribiste me agarra justo en un momento en el que no me es demasiado fácil sonreír", confesó él y sin querer (sin notar) volví nuevamente a mí; a mí y a ese nexo "egoísta" que más que aislarme, me abriga; al laberinto sagaz que emancipó un camino que me atreví a transitar. Así es que aparece "de golpe" lo que llevó tantos años desovillar: la prorrogada carrera que hoy la titulo "puente", el viaje en primera persona, la confianza que no me perdona y todo lo que implica escuchar...  Hacer lo que me hace bien (dejar lo que me hace mal); disfrutar la vida y sus locos momentos, sin medir (sin comparar);  las pausas tan demoradas, las curvas más acertadas; el relax...  El valor de volver a intentarlo, aún conociendo los riesgos, poniendo en jaque a los miedos, los "no sé", los "¿qué más?". El vino con muchas ganas, el chocolate sin culpa avara, la risa sin excusas mundanas (sin piedad);  el te quiero que no espera nada; el no quiero que no teme nada y la decisión de vivir feliz, sonriendo un poquito más...

Menos razón, más criterio

¿Cuántas cosas dejás de hacer por temor? ¿Cuántas más se aniquilan por miedo? Sí, lo sabemos muy bien: corazón y cerebro conducen a contramano pero, de tanto en tanto, no está para nada mal -tan solo- dejarse llevar; decir más veces "sí", elegir muy bien cada "no" y enmudecer esa voz que aturde con sus "vos no", sin criterio...

¡B u E n ** V i E r N e S !
F e l i Z ( *y valiente*) V i D a  



Coleccionista de sueños


No. No soy ñoña (¿O quizá sí?) Me gusta obtener buenas notas no por un mero "vicio coleccionista", sino más bien como "alarma"; como un simple recordatorio de lo que sí soy capaz, de lo que todavía puedo (de lo que no me pueden quitar). Porque, ¡ojo! Nuestras limitaciones las conocemos muy bien pero cuando se trata de enumerar virtudes (al menos para mi), la suma flaquea un poco...
Estudiar una carrera pasados (ya bastante...) los 30 me enseña que el tiempo siempre es relativo (con tu permiso, Albertito) y que las pasiones jamás perecen, si conservamos la fuerza (¡las ganas!) de no dejar de intentar...
Una menos (¡¡una más!!)
Ich liebe dich Deutschland. Ich komme gleich 🇩🇪❤


  

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...