Ovillos, madejas... envión

"Lo que escribiste me agarra justo en un momento en el que no me es demasiado fácil sonreír", confesó él y sin querer (sin notar) volví nuevamente a mí; a mí y a ese nexo "egoísta" que más que aislarme, me abriga; al laberinto sagaz que emancipó un camino que me atreví a transitar. Así es que aparece "de golpe" lo que llevó tantos años desovillar: la prorrogada carrera que hoy la titulo "puente", el viaje en primera persona, la confianza que no me perdona y todo lo que implica escuchar...  Hacer lo que me hace bien (dejar lo que me hace mal); disfrutar la vida y sus locos momentos, sin medir (sin comparar);  las pausas tan demoradas, las curvas más acertadas; el relax...  El valor de volver a intentarlo, aún conociendo los riesgos, poniendo en jaque a los miedos, los "no sé", los "¿qué más?". El vino con muchas ganas, el chocolate sin culpa avara, la risa sin excusas mundanas (sin piedad);  el te quiero que no espera nada; el no quiero que no teme nada y la decisión de vivir feliz, sonriendo un poquito más...

2 comentarios:

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...