"¿Ustedes se conocen?", preguntó y lo que siguió al stand-by fue su más tierna sonrisa.
"Soy Lu", arriesgué, para solpar los preámbulos (y censurar titubeos); un guiño equívoco y distraído selló y agregó una coma a tan oportuno encuentro...
Excusas y complicidad tiñieron de magia la tarde y anticiparon, sin más, lo que siguió en el libreto.
No soy capaz de jurar si fue la uva, su voz o tan seductor acento, pero sin prisa (y sin par), aquel mismo puzzle fugás, supo encajar cada pieza, antes incluso (también) de tan esperado beso...
Su pecho, su piel y su calma; mi sombra, su luz... la montaña y el tan riguroso adiós que supo pausar la pasión, solo en 2 horas de vuelo...
"¿Llegaste bien?", arrojó, y lo que siguió a tal cuestión fueron y son hasta hoy retazos y piezas osadas de tan peligroso reto...
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De penas, de hartazgo... de miedo
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