Espirales

Pero se filtró te ausencia en mis rincones vacíos y me gritó tu voz, afónica entre tanto ruido.

Dos ojos que ya no me miran me vigilaron los pasos y me atosigó tu sombra, como un tenaz vagabundo que vuelve, de tanto en tanto.

No fuiste vos sino tu esencia quien amaró mis manos, quien enredó, sin piedad, los hilos de sueños… cambiados

Y entonces no eras vos, ni tu ser, sino mi hoy y tu ayer y ese entrelazo fugas que sigue abrigando mis labios, que insiste en fusionar deseos, desdibujando recuadros; recuadros de sombra y de luz, de negros y blancos.

Y eso que fuiste y que fui, que fuimos y somos, que ya no seremos; que tampoco extraño… y aquello que soñaba ser, que ya no soñaré… que sueño a veces, dudando.

Lo poco y lo mucho que tengo, lo nada y lo todo que soy y aquello que simulo ser... tan solo por no saber, siquiera por ignorarlo.

Fue a penas la noche torpe quien se atrevió a desafiarnos, a combinar recuerdos, osando desdibujarlos.

Pero no son ya tu sombra o mi luz. No puede ser un color, opaco… quizá un parpadear confundido, un oscilar sin piedad, un susurrar… acaso?

Es el silencio aturdido, es el gritar sin más voz, es el callar sin regaños y es el vacío sádico, atroz… desalmado. La ausencia de una existencia, la sobras de las carencias; el temeroso sentir de unos labios… el pánico de vivir, sonrisas del existir, la verosimilitud de lo extraño. La magia de la ficción y una inescrupulosa ambición: los años. (23/11/10)

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