De golpes, de efectos

Por alguna extraña razón (o tal vez un astuto oximoron), los momentos más duros del vivir nos ablandan y nos arriman, ya ven, a aquellos que, también sin saber por qué, se mantuvieron distantes...  A lo mejor sea solo la esencia (o el capricho del azar) lo que nos vuelve así, humanos; melancólicos del no más, suplicantes de lo no guardado, mientras alejamos -sin piedad- a quien nos busca, nos quiere y nos necesita a su lado... Como si acaso la vida se detuviese a esperar, como sí el para siempre pudiese, quizá, renunciar al blues de corbata  y sobrevolar sin cadenas los suelos que vamos pisando...
¿Será que solo así somos capaces de ver? ¿Será que no hay otro modo mejor de enseñarnos?
De nuevo me acuerdo de vos y del capricho atroz que nos cruzó aquella tarde... Y me pregunto por qué aquel enredo cruel sigue ovillando mi vida y sí volveré a sentirte, otra vez, entibiando el frío letal que desabriga mi piel y tergiversa mi días. No, no estoy enamorada de vos, aunque podría...
Sospecho que es el temor, también, el que nos detiene así, en un receptáculo cruel, espejado y terco, que además nos hace creer que ya no es digno insistir, ni intentar, ni movernos hacia el camino con curvas, lejano e incierto... 
Qué puto se vuelve el azar cuando nos obliga a ver aquello que poco vemos, y ¡cómo duele, en verdad, querer darle marcha atrás al arbitrario reloj que tenemos...! No existe tal profesor y Steven distingue muy bien entre vida que sabe vivir e imágenes en movimiento. Solo nos queda intentar, dejar de escapar y atrevernos; para llegar -entonces-  a ser y a vivir (sin escusas ni traspiés) la vida que queremos vivir, mientras podamos hacerlo...

Love each day,  Live your life... Enjoy the ride... ☺




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