Y de pronto te das cuenta que no son las grandes obras, sino los pequeños gestos; que no hace falta un día especial, sino uno bien singular que, tan furtivo y casual, se vuelve inusual (y perfecto); que no hacen falta palacios, sino pasillos, paréntesis (huecos); que en vano se cuentan las horas, cuando son esos ratos chiquitos los que eternizan el tiempo...
Brindo por esos instantes, por esos rincones (por tantos gestos) y me anoto en mi agenda mental que hay que saber disfrutar esos momentos pequeños, porque, incluso los males más grandes, tampoco serán eternos...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Lucrecia, papá Rubén
"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...
-
"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...
-
Por alguna extraña razón (o tal vez un astuto oximoron), los momentos más duros del vivir nos ablandan y nos arriman, ya ven, a aquellos qu...
-
¿Será que existe el azar, la suerte, la eventualidad? ¿Acaso hay un molde inusual; tejidos que debemos hilar, ovillos que desovillar? ¿Será...
No hay comentarios:
Publicar un comentario