Te odio por tus silencios; justos, precisos, perfectos.
Te odio por tus consejos que soy incapaz de seguir, quizá porque no me atrevo.
Te odio por mis ganas de vos, que no se callan -que no consiento-.
Te odio por ese andar, por esa forma de hablar, de mirar, de serlo...
Te odio porque- aunque muera de ganas- amarte, sencillamente, no debo.
6 de agosto de 2018
(lo encontré entre borradores)
No hay comentarios:
Publicar un comentario