De puentes, de intentos

Entre querer y deber, entre soñar y lograr, entre apostar y callar, hay cientos de puentes colgantes;  entre pensar y sentir, montañas un tanto más grandes...
Lo correcto, el deber ser, los "no sé"... los miedos y en medio, como pidiendo perdón, de cuclillas y casi sin voz, tus sueños. El enemigo tenaz -ya ven- es y seguirá siendo siempre el tiempo; o que te sobra o te falta mas nunca -jamás- es el momento correcto. Como si tuviésemos un plan de viaje, como si fuésemos -acaso- eternos. Absurda paradoja sagaz de la que vivimos presos...
La culpa siempre es de alguien más: los que encasillan los actos, los que llegaron antes, los que abreviaron tus "quiero", como si para sentir hubiese que firmar un convenio. 
¡Ojo! Corazón y razón nacieron enemistados y viven batidos a duelo y ahí no hay nada que hacerle: o nos rendimos ante el Super Yo o liberamos al Ello. No, no existe tal punto a mitad, ni nada parecido a una ley cuando se trata de ser, de soñar, de quererlo, aunque signifique soltar -sin dudar- la hamaca que hamaca tus miedos... 
Es lícito mantener tal ritmo: pensar tranquilo, sentir despacio, a millas de cualquier riesgo. También, aventurarte a cruzar,  poner en duda al quizá, tus "no puedo" e ir detrás de ese plus, el que te asusta y te encanta, por el que reís y llorás, el que te atreviste a elegir y nadie osó contrariar, sin que lo intentes, primero...

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