No planeé que sucediera y oí alguna vez, por ahí, que así se da lo mejor...
La primera de todas las veces fue un jueves y, en tan indómito otoño, se inmiscuía el calor. A mi no me incomodaba y me confesó su mirada que a él tampoco le preocupó.
Algún detalle oportuno tiñó de color la velada y dio algo más que contexto a alguna que otra ocasión... Luego devino la pausa, alguna incómoda coma y varios signos de puntuación, antes de que el entusiasmo ose bajar sin clemencia el pre-anunciado telón...
Ojalá pudiera el cerebro silenciar el juicio injusto y explicar al corazón, pero hay ciertos puentes foráneos que no conocen de normas (ajenos a la intuición)...
Joaquín anticipó sin reparo: el veleidoso correr de los años suele encoger la aflicción, mas he de agregar que los duelos poco conocen de reglas, de ritos (de guión).
Aún no comienza el invierno (duramos menos de una estación), pero hace frío aquí dentro; sospecho que extraño el calor...
La última de sus miradas dio el trazo final al paréntesis, y me abrigó entre sus brazos para decirnos adiós. Cambió de estado la pausa y dictó para mi sonrisa la más arbitraria sanción, mientras los recuerdos, sagaces, escapan a tal dictamen y mutan sin concesión, para volverse recuadro, perfume, canción...
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