Alguien más diseño nombres y rostros para aquella historia, 17 veranos antes... Sus fugaces encuentros, su pasión, sus sueños... Las miradas cómplices (jóvenes), cada pausa; el beso. La espera, las dudas... los miedos y esa manera absurda y cobarde de no atreverse a más. Todo estaba allí, estratégicamente ordenado; incluso París y sus sombras... También el adiós.
La escena la devolvió a lo real, a ese perverso cubículo que despedaza su sueño en un violento parpadeo; a ese resignado espacio, que aún no consigue dejar, pese a incalculables intentos...
Pensó entonces en Jesse, en sus ojos; su realidad y su suerte. También hubo un libro entre ellos y un adiós... y una estación y cientos de espejos...
No pudo disfrazar su emoción al divisar en imágenes, su propio cuento. La vida le estaba gritando que un amor fugás nunca es más que eso y que tan solo entre fotogramas puede volverse eterno...
Pero no quiso escuchar; cerró sus ojos y decidió no verlo. Tampoco su cuarto es real y en cambio, es su refugio (su dueño). Supo que la realidad no basta para vivir y que la magia, no siempre se aleja del suelo...
Y así, en medio de tantos mareos, optó por no dejar de leer, quiso gritar, lloró y volvió a sumergirse, una vez más, en su cuento...
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Lucrecia, papá Rubén
"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...
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Por alguna extraña razón (o tal vez un astuto oximoron), los momentos más duros del vivir nos ablandan y nos arriman, ya ven, a aquellos qu...
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"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...
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¿Será que existe el azar, la suerte, la eventualidad? ¿Acaso hay un molde inusual; tejidos que debemos hilar, ovillos que desovillar? ¿Será...
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