Colinas... caminos...

Entre colinas y rutas perfeccionó su bosquejo, día tras día, noche tras noche y vez por vez...
Sus ojos guiaron sin prisa cada pisar en sus pasos y una monótona curva delineó con ternura sus labios, a toda hora, en cualquier lugar. Solo tomó precaución frente a imprevistas neuronas: en tan onírico duelo no hubo hueco para la razón.
De pronto ... Decenas de flashes inquietos reorganizaron el tiempo, esa ambición tan furtiva que nunca aprendió a esperar; agujas tan poco audaces no osan admitir sobornos y ya no lo pudo evitar: Descalza, frente a la misma ventana, con las mejillas ya naufragas de tanto nadar, volvió a reencontrar ambas tapas...
Aturdida por el silencio abandonó una vez más aquel cuarto; deambuló sola y errante durante largas horas, entre un millar de personas y decidió no pensar... Solo esgrimió con certeza lo único que siempre fue claro: hay que saber esperar...

Tic- Tac

Todo sucedió muy rápido, bastante más de lo que fue capaz de evocar... Escuetas palabras, alguna sonrisa..  Un par de silencios y, una vez más, su tan austera memoria,  en quien sabía, no era posible confiar...
Miró el pequeño cajón : permanecía abierto.  Decidió no cerrarlo  y, en cambio,  tomo el gran libro con ambas manos. Aquella fue  la primera vez, desde que conoció ese cuarto, inquieto y Oscuro.  
La escasa paciencia apuró su historia; la colección de metáforas se evaporó de repente y  entonces, junto a un millar de  preguntas, ella dejó de escapar...

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...