De alturas y sismos

Es como cuando te dicen que rompas algo, a ver si con adhesivo (y ganas) es posible dejarlo igual. Pues no, no se puede. Mi vida (mi ser) funciona igual (parecido). No se trata de orgullo (o ego), es algo que va más allá y allá queda, sin palabras... sin testigos.
Tampoco es que solo se cae y ya; precede (quizá) algo más, un resbalón, ¿una alerta...? Un aviso. Yo siempre fui muy perceptiva; no sé si es percepción o intuición ¿son lo mismo? Lo cierto es que sin querer, sin saber... lo diviso, aún cuando no quiera ver, ni sentirlo...
Si me lo preguntan hoy (de verdad), puedo nombrarles dos hitos: el primero, esa noche, en el bar; el segundo, por Palermo, entre yogures helados, esquemas mareados y cajas que desarmar... Y, pese a todo, no "oí", porque quise (quizá) creer que todo tendría sentido; y lo tuvo (ya ven) pero... no es el que habría elegido...
Crecer trae consigo esas cosas: dejar atrás, aceptar... atreverse a ser uno mismo y, a veces, no es tan simple el andar o, a lo mejor, ni siquiera encaja en el borrador que escribimos. Y entonces, ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué sentido? Dicen que siempre aprendés y, de ser así, me deben algunos títulos...
Creo que el desafío es, en verdad, reconciliar los sentidos; hacer a un lado el pensar, poner en jaque  al quizá y re-encausar el suspiro y comprender que VIVIR no es solo respirar: implica sentirnos vivos.

1 comentario:

Lucrecia, papá Rubén

"Lucrecia, papá Rubén", dijo de repente una voz familar, a través de un número deconocido, junto con un tanto enigmático "no ...