De laberintos, de trechos...

Alguien que quiero (y mucho) me dijo hace poco que estoy en mi "año zen". A riesgo de pecar de ignorante, voy a confesar que no conozco demasiado de esa cultura, pero... me aventuro a creer que, siquiera algunas millas hacia el oriente, he sumado en el último tiempo...
Desde el pie de la montaña, la cima se ve ... tan lejos... Y claro, nos desespera, nos frustra y nos angustia el solo imaginar la cantidad de pasos y esfuerzos que debemos dar para llegar a la meta. Una vez arriba, relajados, tranquilos (satisfechos) se nos da por memorar, la cantidad de sonrisas que nacieron en el intento...
La vida no es un camino a seguir, sino un laberinto de color que recorremos, de a trechos... A veces más rosa, a veces más gris, pero siempre preciso, inevitable... correcto. Los mejores mapas son esos que remarcamos encima, cuando mutamos trayectos...
En ocasiones, no vale la pena insistir sobre el recuadro indiscreto. A veces, es solo dejarse llevar y ver... hacia donde nos lleva el viento...
Antes o después, la vida nos ubica en el lugar correcto; mientras tanto, sonreí, disfrutá, VIVÍ y llenate mucho de esos momentos pequeños, porque esos, señores... son los que nos hacen grandes, los que valen la pena vivir... Los que se vuelven eternos...

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