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Pasamos la mitad de nuestra vida esperando la ocasión ideal, delineando el momento justo; lamentando un pasado que ya no pasa y anhelando un futuro que no se aproxima... Ojalá el reloj negociara su espacio, su efecto, su recorrido; pero lejos de condescender, un parpadear fortuito y rapaz ve cómo escurren los meses, entre ambiciosas manos y dedos muy distraídos...
No existe método audaz de predecir el momento ideal y es solo porque caminamos que existe nuestro camino; con piedras, con rosas, con sol y granizo...
La vida es tan fugaz como impredecible y, mientras estemos aquí, es un derecho y una obligación que valga la pena estar vivos...


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