Asumió que esperar sería su mejor opción y se aventuró dormir, tan solo para creerlo; para callar el bullicio de tan riguroso miedo...
"¿Qué tal el vuelo?", preguntó, y un vaivén de emociones se precipitó a responder, desde el obtuso silencio. "Sos mucho más linda en persona", insistió, para que pierda su pulso, de una vez, por completo.
Risas, complicidad, momentos y dos agujas esquivas que anticiparon, sin más, el toque final... y su efecto...
"Tengo mucho miedo a la distancia", confesó, y el eco de tal expresión la arrinconó, sin piedad, entre temor y misterio...
Atardecer, despertar, anhelos; delirio, ficción y sueños. Insistía en buscar garantías en algo que nunca, jamás, supo ofrecer reglamento...
"Me encantó compartir estos días con vos", se atrevió a registrar, porque le temblaba la voz frente a tan real sentimiento. Sentía que era él, soñaba que podría ser él; que se atrevería a serlo. Volvió sin pensar, sin querer y se olvidó la mitad de su ser, entre montañas y cielos.
"Muero por quedarme con vos", aún grita sin poder hablar, mientras tan caprichoso azar, insiste en cambiar de color las alas de su deseo, las piedras del mismo mapa y miedo que ha de vencer, solo por volver a tenerlo...
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Lucrecia, papá Rubén
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